Definición:

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El cuento fantástico es aquel que,
por la suma de elementos reales y de elementos extraños e inexplicables,
hace vacilar entre una explicación natural o una sobrenatural

y deja al lector sumido en la incertidumbre.

23 de diciembre de 2018

Gayina Batman, una gallina dArk.

La primera vez, estaba muy conmocionada.
Por fin iba a poner un huevo.
La decepción de que se lo quitaran, hizo que por varios días no pusiera más.
Las demás gallinas le explicaron que el mundo era así; y que si quería seguir viva, tenía que ser útil… de otra manera, sería pollo al horno.
Trató de convencerse, de hacerse a la idea; pero era como un fuego en su interior que no le permitía aceptar esa vida.
No podía dejar sus huevos para que otro se los llevara…
no era justo.
Cuando vinieron a buscarla, casi tenía un plan.
No estaba segura de nada, por momentos sentía que estaba totalmente equivocada; que su mente le jugaba malas pasadas.
Pero no podia ir en contra de lo que sentía…
Si estaba equivocada; moriría en su ley.
La sacaron del ponedero. La llevaron y la metieron en una jaula con otras gallinas viejas.
Por suerte los barrotes dejaban salir el humo, porque la mayoría estaba fumando.
Veinte pares de ojos muertos la miraron, entre el humo que bamboleaba.
-¿Y a vos qué te pasó?
-No puedo poner huevos. No tolero que otros se los lleven.
Los ojos muertos casi expresaron algo… asombro, pero estaban muy gastados y apenas reflejaron burla.
Una de ellas largó una risa quebrada y se le acercó.
-¿Sabés que para eso vivimos?. -Y le tiró el humo en la cara. -¿No te lo explicaron?
-Sí. Pero no puedo. -Una lágrima se asomó, pero la enjugó. Como si el propio ojo la absorbiera. -No puedo. -Dijo con más firmeza. Y se plantó.
Murmullo general.
La gallina vieja que se le acercó, sintió un poco de nostalgia, contagiada por la firmeza, de algo que creía que hubiera querido sentir alguna vez.
-Pero ahora, vas a ser pollo al horno. Nosotras ya estamos viejas y vamos a ser puchero de gallina.
-No. Yo no soy pollo al horno. Yo soy Gayina Batman, y me voy a escapar. Y todas ustedes pueden escapar conmigo.
De nuevo el murmullo, pero con algo de vida. Había asombro genuino, esta vez.
Otra se adelantó.
-Nosotras no podemos escaparnos. ¿A dónde iríamos?
-A cualquier parte. No sé. Pero seguro que no, a una olla de puchero.
Se miraron entre ellas.
Ya no tenían nada que perder, salvo la vida, que de cualquier manera las estaba abandonando.
Discutieron un poco, pero en ese discutir descubrieron que les quedaba algo adentro.
Algo que se parecía al deseo de vivir. Eso animó el gallinero.
Pronto empezaron a discutir posibilidades.
Gayina Batman les explicó el plan, y les advirtió que algunas seguramente no sobrevivirían, pero que otras sí, y que honrarían la vida en nombre de todas.
Cuando volvió el hombre trayendo otra gallina, estaban preparadas.
Abierta la puerta, Gayina Batman salió y voló hasta la cara del hombre, lo picoteó y arañó con las patas, que se asustó tanto que salió corriendo dejando caer la gallina que traía y la puerta abierta.
Todas las gayinas se abalanzaron para salir.
Una vez libres corrieron, volaron, y como pudieron se escaparon. Incluida la última gallina que no entendía nada, pero siguió a las demás.
Para cuando el hombre volvió armado, no quedaba ninguna.
Con el tiempo un rumor se fue esparciendo. Primero entre los hombres, pero después, y eso fue lo mejor, entre las gallinas.
Una manada de gayinas que asaltaban gallineros y ponederos y liberaban a las gallinas.
El rumor fue creciendo hasta transformarse en leyenda.
Nunca se supo bien cuántos gallineros fueron liberados por Gayina Batman y su banda; y cuántos iniciaron la revolución por su cuenta, una vez que se enteraron de que escapar, era posible.

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