Un árbol caído atravesaba el camino.
Estaban en el medio de un monte, y esa era la única ruta para llegar al pueblo.
Se bajaron de la camioneta, y se acercaron a ver.
El árbol abrió los ojos, con una mirada triste teñida de muerte.
Habló con voz de hojas secas.
- Es una trampa. Tienen poco tiempo para huir.
El ruido a sus espaldas se volvió amenazante.
Corrieron hacia la camioneta y cerraron las puertas en el momento que la primer flecha golpeaba la chapa.
El árbol caído se movió, como pudo, dejando un espacio para que pudieran pasar. La camioneta arrancó y pasaron, con la angustia de pisar las manos del árbol que les salvó la vida.
Aceleró al máximo, para dejar atrás a sus atacantes.
A su paso, los árboles les indicaban por señas la ubicación de sus perseguidores.
Llegaron a un claro; a los costados del camino sólo había terrenos cultivados, estaban llegando al pueblo.
Una columna de humo se levantaba desde la torre de la iglesia. El pueblo parecía desierto.
Sobre el camino una barricada impedía el paso. Dos hombres armados salieron a su encuentro. Eran sus vecinos.
Las noticias que traían no eran buenas y las que recibieron tampoco.
El pueblo fue atacado por los intrusos, gracias al aviso de los árboles estaban preparados. Los primeros ataques perdieron efectividad. Los intrusos tenían arcos y flechas y armas rudimentarias, y en el pueblo contaban con todo un arsenal.
Aun así, los intrusos lograron incendiar la iglesia y algunas de las casas linderas con el bosque. Decidieron hacer un cerco alrededor del pueblo, y cada tantos metros, asentaron guardias armados.
Esperaban la llegada de ellos para saber qué pasaba afuera.
No eran buenas noticias.
Todos los pueblos de la zona estaba pasando por situaciones similares. Nadie sabía el origen de los intrusos. Otros pueblos con menos suerte fueron tomados y arrasados. Parecía que el único propósito de los intrusos era destruir.
No pudieron avanzar mucho, las rutas estaban arruinadas, pueblo que era tomado, pueblo que era destruido, y a partir de allí la ruta también era destruida.
En algunas zonas la única resistencia la presentaban los árboles. Pero las zonas abiertas, eran presa de los intrusos. Al haber pocos árboles en las calles de los pueblos, podían destruirlos facilmente.
Las ciudades fueron rápidamente sometidas.
El ruido de las hojas les advirtió sobre un nuevo ataque. Subieron a la camioneta, pasaron la barricada, y llegaron al pueblo para avisar del la nueva incursión. Todos estaban preparados para repeler el ataque.
Aparecieron en todos los puntos de control a la vez, y lanzaron flechas y piedras hasta terminar con la resistencia, cuando estaban por entrar al pueblo fueron recibidos por una andanada de tiros que no pudieron neutralizar, y se batieron en retirada.
Poco a poco el pueblo volvió a la calma.
Tenían que conseguir más municiones, otro ataque como el último y ya no tendrían con qué defenderse.
Una mujer llegó corriendo con una bolsa de papeles. Eran recortes de diarios del siglo anterior. En ellos se hablaba del ataque de intrusos, y cómo lograron repelerlos.
La encontró en el sótano de la biblioteca, mientras buscaba información.
Repasando los recortes pudieron enterarse por fin de los acontecimientos que hicieron desaparecer el pueblo, un siglo atrás.
Siguieron las instrucciones, armaron una estrategia para hacer llegar la información a los pueblos vecinos, y en el transcurso de las semanas siguientes lograron terminar con la amenaza.
Esta vez la destrucción fue menor. El pueblo aún seguía en pié y con los pocos recursos que contaban, empezaron la reconstrucción.
Los intrusos fueron abatidos y diezmados, y con información obtenida de otras bibliotecas lograron encontrar el origen y destruirlos para siempre.
Esta vez para evitar que vuelva a ocurrir, se escribieron libros, se llenaron auditorios con conferencias, se publicó y distribuyó toda la información disponible, hasta que en todo el mundo no quedó un solo lugar apropiado para que los intrusos se desarrollaran y vuelvan a tener las fuerzas suficientes para iniciar otro ataque.
Los árboles, los únicos que reconocían enseguida a los intrusos, fueron plantados por todos lados,no se dejó ningún rincón sin su presencia.
Todos los terrenos de cultivos se dividieron en parcelas rodeadas de bosques. No se dejó ninguna zona, desprovista de árboles.
Al principio eran pequeños arbolitos que con los años fueron creciendo y transformándose en arboledas tupidas, conectadas entre sí. No quedó ningún bosque aislado de otro.
Y cuando todos los árboles llegaron a su máximo crecimiento, mostraron sus verdaderas intenciones.
El ataque fue sincronizado, y no les dio oportunidad a los humanos, para defenderse.