Apareció en el Faceboock.
Ella estaba esperando.
En el muro de un contacto en común, escribió una frase descolgada sobre un partido de fútbol, del que hablaban sus amigos.
El picó.
- Vos sí que no sabes nada de fútbol. Necesitas alguien que te explique.– Dijo él.
- Es que no conozco a nadie que pueda explicarme.–Repuso ella.
- Yo puedo explicarte si querés.
- Bueno, dale. ¿Cuándo y dónde?- Ella se reía, sabía que iba a recular, como todos. Una lástima, porque le gustaba mucho ese pibe.
- Si querés ahora mismo, y el mejor lugar es acá, en mi casa, tengo videos de partidos para que veas. Decime dónde estás y te voy a buscar.
- Estoy en Barrio Sur, ¿te animás a venir hasta acá a esta hora?-
Él estaba a más de 30 kilómetros. Tenía que cruzar toda la ciudad, y más.
- Si seguro, decime cómo hago para llegar.
- Tenés que... ¿qué te queda mejor la autopista o por la ruta?
- Mejor dame la dirección y la encuentro con el GPS.
- ¿Tu GPS tiene el mapa de Barrio Sur?
- Si seguro. Decime la dirección.
Ella le dió la dirección, por dársela nomás, porque estaba segura de que la estaba gastando.
- Acá está, ya la ubiqué. En una hora masomenos estoy por allá.
- ¿No querés verificar que esté bien lo que te dice el GPS?
- No, está bien. Preparáte porque en una hora estoy por ahí.
- Bueno dale, te espero.– Esto le terminó de confirmar que era todo una broma, por lo menos se rió un rato, pero qué lastima pensó, le gustaba mucho este muchacho.
Se preparaba para dormir cuando escuchó una bocina, se asomó y era él que venía a buscarla. No entendía nada, pero ante la sorpresa, se largó la carcajada y salió a recibirlo así como estaba, con pijama, pantuflas de garras, y bata de polar; los pelos por cualquier lado.
- Veo que no estás lista.
- ¿Me esperas veinte minutos?
- Si, seguro. Dale andá a cambiarte, que te espero.
Entró cagándose de risa, no lo podía creer. La vida te sorprende, y a veces hasta es posible que de todo salga algo bueno.
En el tiempo previsto logró bañarse, vestirse y peinarse.
- Bueno, listo.
- Te pensaste que no iba a venir, ¿no?
- Si, la verdad que me sorprendiste.
- La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida. – Canturreó él.
Todo el trayecto se la pasaron hablando trivialidades, recordando cada tanto las lecciones de fútbol que le tenía preparadas.
Llegaron a la casa de él. Entraron.
Se sentaron frente al televisor, lo encendió y puso un partido que tenía grabado.
Ella lo miró. Se sonrió y le dijo.
- ¿Sabes, la verdad es que a mi el futlbol no me interesa un carajo?
- Te pensaste que te estaba gastando ¿no? Que no iba a ir a buscarte.
- Si.
- Bueno, a ver. ¿Y querés fumarte algo? Tengo porrito bien rico, de planta.
- ¿Tenés plantas? Si, me encanta, me tenés que mostrar las plantas.
- Están en el balcón, vamos que te las muestro y fumamos afuera, está linda la noche. De paso tomamos algo.
Salieron al balcón y ella quedó deslumbrada con la vista. Era un piso alto, y se veía el río a lo lejos. Una hermosa noche.
- Che que vista alucinante que tenés acá.
Empezaron a fumar y hablaron un poco del paisaje, y del río, y de la luna que salía.
- ¿Tenés frío?
- Si, un poquito.
El se acercó y la abrazó, ella apoyó su espalda en el pecho de el y se arrebujo en sus brazos.
- ¿Así está mejor?
- Si, así está perfecto.
- Me imagino que te diste cuenta que mi idea no era hablar de fútbol ¿no?- Dijo él.
- Si, me di cuenta.- Dijo ella.
- Si te diste cuenta entonces infiero que vos querías venir igual, y que sabías que no era a hablar de fútbol.
- Exactamente.
- Lo que estoy seguro que no sabes es que mi idea no es solamente una noche de pasión, la verdad es que me gustas mucho. Quiero conocerte y quiero que me conozcas.
- Es verdad eso no lo sabía, pero me encanta la idea. Vos también me gustas mucho.
Se miraron, sus labios se juntaron, en un profundo húmedo y amoroso beso.
El la apoyó contra el balcón y presiono su cuerpo contra el de ella.
Entre tanta pasión, ninguno de los dos notó que la baranda estaba floja, se soltó y cayó con los dos, todavía abrazados, al vació.