Definición:

Definición:

El cuento fantástico es aquel que,
por la suma de elementos reales y de elementos extraños e inexplicables,
hace vacilar entre una explicación natural o una sobrenatural

y deja al lector sumido en la incertidumbre.

22 de mayo de 2017

Pájaro muerto

Para preparar una omelette 
es necesario romper los huevos. 
Doña Petrona




Parece que en un sueño se puede atravesar uno de esos portales interdimensionales.
Es la única explicación que tengo para estar acá, en este estado de terror.
No me alcanza la palabra miedo para describir lo que estoy sintiendo, y tampoco me alcanza terror.
Es una sumatoria de ambas, y agregándole también horror.
Una parte de mi se aísla de todo y trata de racionalizar y de buscar la palabra más adecuada para describir esto, ayuda un poco, es una forma de negación, pero siento los dientes que mastican dentro mío y el miedo vuelve a apoderarse de mi alma.
Desperté, como todas las mañanas, o eso imaginaba, y cuando estaba leyendo el diario y tomando mate, suena el portero eléctrico.
No esperaba a nadie, dudé un momento pero atendí... ese fue el primer error.
En otros momentos me fijé la idea de que si no espero a nadie no atiendo el timbre.
Sería algún residuo de recuerdo inconsciente de algo que conectaría las dimensiones, no sé, pero fue algo que vino a mi mente y me hizo tomar una decisión.
Pero evidentemente esta mañana estaba con los cables mal conectado o sería el traspaso de dimensión que varió, aunque levemente, algunas de mis decisiones tomadas.
Primero no escuchaba nada, insistí en preguntar ¿quién es? y escuché una voz como un graznido que decía algo ininteligible.
Se me erizaron los pelos de la nuca ante esa voz, pero pensé que sería alguien afónico, no sé, no tenía por qué sentir esa sensación.
Y volví a preguntar ¿quién es? con voz firme, no iba a demostrar miedo, eso lo sabía de...
Y de nuevo esa voz, ese graznido de pájaro muerto. No se entendía lo que decía.
Por atrás escucho que alguien habla, toca el timbre en otro piso, y le responden, y abren la puerta.
Y me asalta el miedo, porque dejaron pasar al pájaro muerto.
Va a tocarme el timbre acá, en mi puerta, y no tengo forma de detenerlo.
Verifiqué que la puerta estuviera con llave, y me agazapé para escuchar el ruido del ascensor que subía y se detenía en mi piso. Se abría la puerta y...
El timbre que sonaba. Del otro lado de la puerta estaba el pájaro muerto.
Tenía mucho miedo, pero una linea de racionalidad aún sobrevivía en mí, por lo que miré por la mirilla y pregunté de nuevo ¿quién es?
El graznido respondio, un nombre que olvidé de inmediato, y preguntó por la odontóloga.
-Acá no hay ninguna odontóloga, tiene que ser en otro piso, no sé.
Lo dije gritando, con mala onda, había algo que percibía que me producía un rechazo brutal sobre ese hombre, que ni siquiera sabía quién era, que dijo su nombre pero no recordaba, o si...
Subió al ascensor y se fue.
Eso me dio un poco de alivio, aunque me dejó esa sensación de vulnerabilidad, de estar a merced de... no sabía de qué, pero era peligroso.
Y sonaba de nuevo el timbre del portero eléctrico, con estridencia de invasión y de reclamo.
Que ¿quién es? y de nuevo el graznido, preguntando en qué piso está la odontóloga, que no sé, le grito que acá no es, ya con un dejo de desesperación en la voz.
Y ahí llegó el pánico, al escuchar esa risa...
Una risa que disfrutaba mi miedo, y volvía preguntar por la odontóloga.
No sé, mi respuesta angustiada, y de nuevo la risa.
Y colgué el portero, y me quise sentar pero no pude porque de nuevo el timbrázo aterrador, y esta vez no atiendo y volvió a sonar y de nuevo todo se volvía miedo, y oscuridad, porque las ventanas se taparon con una noche que no existía, pero que estaba porque las tinieblas invadieron y no sé a qué parajes de misería me llevaron...
Yo estaba sola, en mi departamento que estaba dentro de esa oscuridad, salida no sé de dónde, y el timbrázo del portero, y ese graznido que me pedía que salga, que me una a ellos, que así podría ser feliz.
Por eso el horror, el miedo, la desesperación... el no saber qué hacer para librarme de esto.
No sé qué portal traspasé en sueños, ni por qué vine a parar acá.
Menos sé cómo salir.
Al verme atrapada en mi propia casa, presto atención a los detalles, y noto las leves variaciones, eso no estaba hí, el lugar es allá. La planta tiene menos hojas y con alguna forma diferente, y tantas cosas que puedo percibir inconscientemente, pero no podría describir.
El aire se siente distinto.
Pero no malo, no peligroso, es mi casa mi refugio, mi lugar, y acá estoy a salvo, mientras no entre el pájaro muerto.
Tengo un poco de hambre, sólo tomé mate, y me cortó en mitad del intento de desayuno, voy a prepararme una omelette.
Bato los huevos, un poquito de cebolla, jamón, queso y taparla para que derrita el queso.
Cuando la destapo para ver, me encuentro con una cosa inflada y obscena que me mira, se me cae la tapa de la mano y retrocedo asustada.
Levanto la tapa y la tiro sobre la sartén para no mirar más esa abominación, la tapa cae sobre la sartén tapa por un instante rebota y se cae al piso de nuevo.
Y veo que en la sartén hay una omelette como cualquier otra, sin rasgos terroríficos, apenas una omelette.
Debo estar enloqueciendo, lo que veo no existe, ¿serán alucinaciones?
Pero ¿porvocadas por qué?
Otro timbrázo me hace saltar, y me invade el terror de nuevo.
Ya van como tres o cuatro veces que hace lo mismo, deja pasar un rato, y cuando me estoy relajando y olvidando el timbrázo que me golpea en la boca del estómago y me desespera por no saber cómo escapar.
Estoy atrapada, y desesperada, si aún no estoy loca, no va a pasar mucho tiempo hasta que enloquezca.
Tengo que terminar con esta pesadilla, como sea. No quiero enloquecer.
¿Cómo llegué acá?
Intento el pensamiento racional para salir de esta pesadilla, aunque no sea...
Es lo único, poner paños fríos al pánico, no perder la calma, pensar con frialdad y encontrar la solución. Es la única manera, si me dejo llevar por el miedo voy a cometer errores y se soltará mi locura.
¿Cómo llegué acá?
Busco en mi memoria. Recién me levanto, hasta anoche, cuando me acosté todo era normal.
¿Qué soñé?
Si pudiera recordarlo, algunas respuestas llegarían.
Me viene la sensación de lo soñado, como una tristeza sorda, en una nube gris... humo de sensaciones terribles que se perdieron con el tiempo. Nada claro, me concentro y un relámpago de miedo me frena y trato de pensar en otra cosa, pero la solución está ahí, no la puedo dejar ir.
Me concentro, hago acopio de valor para enfrentar lo que sea, y trato de recordar.
¿Qué soñé?
Caminar hacia un lugar que tiene que estar allí, pero no sé muy bien dónde, en sueños las cosas se materializan al buscarlas y esa es la puerta que quería, y la llave la tengo en mi mano. Abro, entro y...
Pero de dónde venía, porque esa puerta es mi casa. Antes pasé por algún otro lado que hizo que cambiara mi universo, y pienso, y trato de relajar todo mi yo para que emerja la memoria.
Y el timbrázo que me hace saltar el alma, y caer en un abismo.
Y rompo a llorar, la desesperación me puede y no aguanto más esta pesadilla. Desconsolada lloro por impotencia, por no saber qué hacer.
Y un rayito de ira atraviesa mi llanto, y se hace espacio y crece dentro mío, y me enojo... me enojo con ese viejo de mierda que me vino a tocar el timbre y a cagrame el día, y la furia se hace lugar para acompañar a la ira, y el miedo huye despavorido, llevándose con sigo el horror y el pánico, y la bronca, por la interrupción de mi desayuno, estalla.
Abro la puerta con un garrote en la mano, y salgo espantando sombras y demonios que asombrados por mi presencia no saben qué hacer.
Y empiezo a repartir palos, bajo en el ascensor que quedó vacío de alimañas, y llego a la puerta de calle.
La cara de regocijo del viejo de mierda, muestra una pizca de asombro que va transformándose en duda y después en miedo y cuando finalmente abro la puerta, está paralizado sin saber qué hacer, ya no puede alimentarse de mi angustia, ya no puede sostenerse en mi miedo, porque estoy furiosa.
Con el garrote le rompo los dedos, asi no vas a romperle más las pelotas a nadie tocando el timbre.
Y después, un palazo en una pierna y cuando cae boca arriba, le rompo todos los dientes.
Ahora sí vas a tener que encontrar una odontóloga.
Lo levanto de la ropa y lo tiro a la calle, no vengas más a molestar por acá, y llevate tus sombras y oscuridades porque no se necesitan.
Y subo a mi casa, y veo por la ventana que todas las tinieblas se dispersaron y de nuevo el cielo azul...
Y me preparo otra omelette, la anterior la tiro por la ventana con tal puntería que le queda pegada en la cara al viejo, y puedo ver cómo lo empieza a masticar. El viejo quiere gritar pero no puede y pelea por sacarse la omelette que lo está masticando vivo.

Pongo un poco de música, y vuelvo a empezar mi día, esta vez sin que nadie me moleste.