Para preparar una omelette
es necesario romper los huevos.
Doña Petrona
Parece que en un
sueño se puede atravesar uno de esos portales interdimensionales.
Es la única
explicación que tengo para estar acá, en este estado de terror.
No me alcanza la
palabra miedo para describir lo que estoy sintiendo, y tampoco me
alcanza terror.
Es una sumatoria de
ambas, y agregándole también horror.
Una parte de mi se
aísla de todo y trata de racionalizar y de buscar la palabra más
adecuada para describir esto, ayuda un poco, es una forma de
negación, pero siento los dientes que mastican dentro mío y el
miedo vuelve a apoderarse de mi alma.
Desperté, como
todas las mañanas, o eso imaginaba, y cuando estaba leyendo el
diario y tomando mate, suena el portero eléctrico.
No esperaba a nadie,
dudé un momento pero atendí... ese fue el primer error.
En otros momentos me
fijé la idea de que si no espero a nadie no atiendo el timbre.
Sería algún
residuo de recuerdo inconsciente de algo que conectaría las
dimensiones, no sé, pero fue algo que vino a mi mente y me hizo
tomar una decisión.
Pero evidentemente
esta mañana estaba con los cables mal conectado o sería el traspaso
de dimensión que varió, aunque levemente, algunas de mis decisiones
tomadas.
Primero no escuchaba
nada, insistí en preguntar ¿quién es? y escuché una voz como un
graznido que decía algo ininteligible.
Se me erizaron los
pelos de la nuca ante esa voz, pero pensé que sería alguien
afónico, no sé, no tenía por qué sentir esa sensación.
Y volví a preguntar
¿quién es? con voz firme, no iba a demostrar miedo, eso lo sabía
de...
Y de nuevo esa voz,
ese graznido de pájaro muerto. No se entendía lo que decía.
Por atrás escucho
que alguien habla, toca el timbre en otro piso, y le responden, y
abren la puerta.
Y me asalta el
miedo, porque dejaron pasar al pájaro muerto.
Va a tocarme el
timbre acá, en mi puerta, y no tengo forma de detenerlo.
Verifiqué que la
puerta estuviera con llave, y me agazapé para escuchar el ruido del
ascensor que subía y se detenía en mi piso. Se abría la puerta
y...
El timbre que
sonaba. Del otro lado de la puerta estaba el pájaro muerto.
Tenía mucho miedo,
pero una linea de racionalidad aún sobrevivía en mí, por lo que
miré por la mirilla y pregunté de nuevo ¿quién es?
El graznido
respondio, un nombre que olvidé de inmediato, y preguntó por la
odontóloga.
-Acá no hay ninguna
odontóloga, tiene que ser en otro piso, no sé.
Lo dije gritando,
con mala onda, había algo que percibía que me producía un rechazo
brutal sobre ese hombre, que ni siquiera sabía quién era, que dijo
su nombre pero no recordaba, o si...
Subió al ascensor y
se fue.
Eso me dio un poco
de alivio, aunque me dejó esa sensación de vulnerabilidad, de estar
a merced de... no sabía de qué, pero era peligroso.
Y sonaba de nuevo el
timbre del portero eléctrico, con estridencia de invasión y de
reclamo.
Que ¿quién es? y
de nuevo el graznido, preguntando en qué piso está la odontóloga,
que no sé, le grito que acá no es, ya con un dejo de desesperación
en la voz.
Y ahí llegó el
pánico, al escuchar esa risa...
Una risa que
disfrutaba mi miedo, y volvía preguntar por la odontóloga.
No sé, mi respuesta
angustiada, y de nuevo la risa.
Y colgué el
portero, y me quise sentar pero no pude porque de nuevo el timbrázo
aterrador, y esta vez no atiendo y volvió a sonar y de nuevo todo se
volvía miedo, y oscuridad, porque las ventanas se taparon con una
noche que no existía, pero que estaba porque las tinieblas
invadieron y no sé a qué parajes de misería me llevaron...
Yo estaba sola, en
mi departamento que estaba dentro de esa oscuridad, salida no sé de
dónde, y el timbrázo del portero, y ese graznido que me pedía que
salga, que me una a ellos, que así podría ser feliz.
Por eso el horror,
el miedo, la desesperación... el no saber qué hacer para librarme
de esto.
No sé qué portal
traspasé en sueños, ni por qué vine a parar acá.
Menos sé cómo
salir.
Al verme atrapada en
mi propia casa, presto atención a los detalles, y noto las leves
variaciones, eso no estaba hí, el lugar es allá. La planta tiene
menos hojas y con alguna forma diferente, y tantas cosas que puedo
percibir inconscientemente, pero no podría describir.
El aire se siente
distinto.
Pero no malo, no
peligroso, es mi casa mi refugio, mi lugar, y acá estoy a salvo,
mientras no entre el pájaro muerto.
Tengo un poco de
hambre, sólo tomé mate, y me cortó en mitad del intento de
desayuno, voy a prepararme una omelette.
Bato los huevos, un
poquito de cebolla, jamón, queso y taparla para que derrita el
queso.
Cuando la destapo
para ver, me encuentro con una cosa inflada y obscena que me mira, se
me cae la tapa de la mano y retrocedo asustada.
Levanto la tapa y la
tiro sobre la sartén para no mirar más esa abominación, la tapa
cae sobre la sartén tapa por un instante rebota y se cae al piso de
nuevo.
Y veo que en la
sartén hay una omelette como cualquier otra, sin rasgos
terroríficos, apenas una omelette.
Debo estar
enloqueciendo, lo que veo no existe, ¿serán alucinaciones?
Pero ¿porvocadas
por qué?
Otro timbrázo me
hace saltar, y me invade el terror de nuevo.
Ya van como tres o
cuatro veces que hace lo mismo, deja pasar un rato, y cuando me estoy
relajando y olvidando el timbrázo que me golpea en la boca del
estómago y me desespera por no saber cómo escapar.
Estoy atrapada, y
desesperada, si aún no estoy loca, no va a pasar mucho tiempo hasta
que enloquezca.
Tengo que terminar
con esta pesadilla, como sea. No quiero enloquecer.
¿Cómo llegué acá?
Intento el
pensamiento racional para salir de esta pesadilla, aunque no sea...
Es lo único, poner
paños fríos al pánico, no perder la calma, pensar con frialdad y
encontrar la solución. Es la única manera, si me dejo llevar por el
miedo voy a cometer errores y se soltará mi locura.
¿Cómo llegué acá?
Busco en mi memoria.
Recién me levanto, hasta anoche, cuando me acosté todo era normal.
¿Qué soñé?
Si pudiera
recordarlo, algunas respuestas llegarían.
Me viene la
sensación de lo soñado, como una tristeza sorda, en una nube
gris... humo de sensaciones terribles que se perdieron con el tiempo.
Nada claro, me concentro y un relámpago de miedo me frena y trato de
pensar en otra cosa, pero la solución está ahí, no la puedo dejar
ir.
Me concentro, hago
acopio de valor para enfrentar lo que sea, y trato de recordar.
¿Qué soñé?
Caminar hacia un
lugar que tiene que estar allí, pero no sé muy bien dónde, en
sueños las cosas se materializan al buscarlas y esa es la puerta que
quería, y la llave la tengo en mi mano. Abro, entro y...
Pero de dónde
venía, porque esa puerta es mi casa. Antes pasé por algún otro
lado que hizo que cambiara mi universo, y pienso, y trato de relajar
todo mi yo para que emerja la memoria.
Y el timbrázo que
me hace saltar el alma, y caer en un abismo.
Y rompo a llorar, la
desesperación me puede y no aguanto más esta pesadilla.
Desconsolada lloro por impotencia, por no saber qué hacer.
Y un rayito de ira
atraviesa mi llanto, y se hace espacio y crece dentro mío, y me
enojo... me enojo con ese viejo de mierda que me vino a tocar el
timbre y a cagrame el día, y la furia se hace lugar para acompañar
a la ira, y el miedo huye despavorido, llevándose con sigo el horror
y el pánico, y la bronca, por la interrupción de mi desayuno,
estalla.
Abro la puerta con
un garrote en la mano, y salgo espantando sombras y demonios que
asombrados por mi presencia no saben qué hacer.
Y empiezo a repartir
palos, bajo en el ascensor que quedó vacío de alimañas, y llego a
la puerta de calle.
La cara de regocijo
del viejo de mierda, muestra una pizca de asombro que va
transformándose en duda y después en miedo y cuando finalmente abro
la puerta, está paralizado sin saber qué hacer, ya no puede
alimentarse de mi angustia, ya no puede sostenerse en mi miedo,
porque estoy furiosa.
Con el garrote le
rompo los dedos, asi no vas a romperle más las pelotas a nadie
tocando el timbre.
Y después, un
palazo en una pierna y cuando cae boca arriba, le rompo todos los
dientes.
Ahora sí vas a
tener que encontrar una odontóloga.
Lo levanto de la
ropa y lo tiro a la calle, no vengas más a molestar por acá, y
llevate tus sombras y oscuridades porque no se necesitan.
Y subo a mi casa, y
veo por la ventana que todas las tinieblas se dispersaron y de nuevo
el cielo azul...
Y me preparo otra
omelette, la anterior la tiro por la ventana con tal puntería que le
queda pegada en la cara al viejo, y puedo ver cómo lo empieza a
masticar. El viejo quiere gritar pero no puede y pelea por sacarse la
omelette que lo está masticando vivo.
Pongo un poco de
música, y vuelvo a empezar mi día, esta vez sin que nadie me
moleste.