La luz de la luna era lo único que apenas disipaba, algunas sombras.
Las nubes, cómplices de la oscuridad se amontonaban en movimiento, amenazantes, con las entrañas llenas de agua a punto de ceder.
Se olía la muerte.
El camino fangoso debía luchar con los pinos para dejarse ver, estaba perdiendo.
Y yo seguía caminando.
No era la esperanza lo que me movía, es que tenía las piernas puestas, y un pie adelante de otro para no caer…
Llegué a un lago.
El primer paso adentro me dio frío… pero para no caer, un pie adelante de otro, hasta las rodillas y después…
El frío de la primer bocanada de agua, me hizo sentir mi adentro tibio.
Uno delante de otro…
la superficie se veía cada vez más alta, acariciada por algunos rayos de luna que las nubes dejaban filtrar.
Como en el camino, la oscuridad, pero ya sin camino.
Delante del otro…
Respirar el agua no era tan diferente, la realidad de la metáfora de cómo era mi vida…
Y el continuo de la nada.
Peces, plantas, vida, pero lejos… siempre lejos.
¿Así se sentirá La Parca de tan sola?
Un pie delante de otro…