… el dolor,
es lo único que me queda del nosotros que fuimos
y si dejo de sentirlo…
¿Ves como pasó?
Un momento de relax,
y en el pecho,
en la parte de los bronquios
la sensación caliente de rojoanaranjado
que quiere desbordar la garganta y
los ojos empiezan a inundarse,
y ni siquiera sabía por qué…
¿entendés?
Tuve que pensar un rato hasta que me acordé que era por vos…
Y al darme cuenta
me zambullo en dolor y espanto por el olvido…
dejás de existir,
si yo te olvido…
y ahí lloro…
lloro con lágrimas
y con dolor infinito
me arrugo en mi
y quiero desaparecer…
por suerte
con esfuerzo
se enfría hasta hacerse soportable…
Respirar, ventilar...
Que el viento se lleve los tules
Y ahí en el fondo
queda la soledad…
la infinita soledad que
apaciguaste
tantos años…
Ya sin vos, puedo mirar al rededor
y no hay nadie.
Tengo que agradecerte eso…
acompañarme.
Esta soledad que
estuvo guardada tantos años
necesita estirar las piernas,
ver la luz y explayarse.
Después de todo
ganó de nuevo.
Lo intento pero…
ella siempre va a estar ahí,
y yo lo sé.
De ella nunca me olvidé.
Eran sólo
recreos
lo nuestro un intermedio
salida del páramo por un rato.
Y volver la soledad que por olvidada
está más afilada y corta feo…
y no atino a cómo caminar…
pero son zapatos viejos,
que al poco de volver a calzarlos
me acomodan a lo que era,
y todo vuelve a mi.
Y ahora no me acuerdo cómo se hacía para vivir en esta desolación…
¿Será por eso que nada me despierta interés?
Por eso nada me emociona
y no puedo disfrutar…
porque estoy incompleta,
porque todavía no puedo…
Todo eso es lo que estaba debajo de esa tapa que se movía
la sensación siempre,
a pesar del aparente olvido…
Disfrazada de desesperanza,
estaba la soledad de vos
y la de saber,
que ahora es para siempre…
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