Definición:

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El cuento fantástico es aquel que,
por la suma de elementos reales y de elementos extraños e inexplicables,
hace vacilar entre una explicación natural o una sobrenatural

y deja al lector sumido en la incertidumbre.

22 de julio de 2013

Sexoficina

Me rozó el dedo, fue sin querer, pero me hizo temblar el piso.
El calorcito de su piel... y eso solamente con un roce de su dedo. Si me llega a tocar, con intención... me derrito completamente.
Yo no sé por qué me produce esta sensación... será lo que llaman química...
Ahora se me acerca, me habla al oído... irradia... no sé qué pero me enloquece...
Tratá de concentrarte... Lo veo alejarse, qué lindo que es... ese cuerpo...
Bueno, yo tenía que completar esto para pasarlo... ahí viene de nuevo me hace un chiste se ríe... me está contando algo... esa voz... logra desarmarme... me encanta la voz que tiene... se ríe y me sigue contando...
Él no sabe, pero ésta es mi última semana en la oficina, re estructuración o lo que sea que pusieron de excusa para decirme que van a prescindir de mis servicios... y no pienso irme sin darle su merecido.
Durante los últimos meses me estuvo provocando, de forma muy sutil, pero me estuvo provocando y yo me comporté como una dama, porque es el marido de la jefa, y no me gustan los kilombos de oficina. Pero ahora...
Ya encontré la excusa que necesitaba, hay que ir a buscar biblioratos al sótano, donde está el archivo. De paso llevamos todas estas carpetas que son del mes pasado ¿me ayudas?
Cargamos el carrito y allá vamos.
Para entrar en el ascensor, primero va el carrito y después él, yo quedo pegada a él, y esta vez no bajo la vista.
Lo miro a los ojos, y sus ojos juguetones me miran fijo, me miran los labios, y me miran los ojos... me está provocando, y esta vez lo sigo, lo miro a los ojos le miro los labios, levanto la mano y le retiro una pelusa inexistente del labio inferior, ese labio inferior carnoso que me vuelve loca...
Llegamos, la puerta del ascensor se abre, justo cuando nos habíamos acercado hasta casi rozar... pero el ascensor es llamado de otro piso, tenemos que bajarnos, bajar el carrito, y llevarlo al archivo.
Vamos descargando las carpetas. Hay que acomodarlas en el estante de arriba, me subo a la escalera y me las va alcanzando, me da una primero después dos, el peso se me hace difícil de sostener y casi me caigo, pero él me ataja, caen las carpetas y yo quedo en sus brazos, no aguanto más y, despacito, mirándolo fijamente a los ojos me le voy acercando mientras le digo si te beso ahora nada volverá a ser lo mismo, pero no puedo terminar la frase porque sus labios llegan primero a taparme la boca, y me pone un beso que... esos labios, me apropio de su labio inferior tan carnoso que hacía tiempo quería probar y lo saboreo, lo tomo en mi boca y lo degusto... y es tan rico que ahora quiero probar el otro que tiene un sabor igual de rico y mi lengua los recorre y siento como mis labios se pierden en su boca por un momento y todo el exterior va perdiendo forma y sentido y lo único que siento son sus manos que me recorren aflojando mi ropa que cae al lado de la suya.
A medida que la ropa cae al piso nuestros cuerpos van perdiendo su forma humana y se van adaptando uno al otro de formas imposibles para el mundo, complementando espacios míos con piel de él sin dejar un solo pliegue de cuerpo libre de la piel del otro, transformándonos en dos masas informes que se acarician y se pegan.
Mi mente se pierde en la necesidad de disfrutarlo a él, de disfrutar de esos besos y esa piel que huele tan bien, y tocarla con mi piel. Se siente tan bien todo lo que nos hacemos.
El tiempo y espacio desaparecen, el gozo mutuo va creciendo hasta llegar a la cima del mundo donde estallan las luces y las sombras, dejándonos tirados en el piso encimados, transpirados y jadeantes...
La realidad empieza a intentar acomodarse en los moldes establecidos, y nosotros volvemos de a poco a tomar forma humana, sin ganas tratamos de levantarnos y acomodarnos la ropa, que parece conspirar a favor de nuestro amor, dificultándonos el vestirnos, pero estamos en el archivo y tenemos que volver a la oficina.
Un beso más, no puedo resistir la necesidad, y ese beso...
Todavía un poco desarmados llegamos a la oficina, y cada uno a su escritorio hasta que casi siento que volví a mi forma original, cuando suena mi teléfono.
La jefa de nuevo, y ahora que me va a decir... no sé... pero si sé qué le contaría yo a ella...
Golpeo la puerta y paso. Ella fue siempre macanuda, aunque me esté despidiendo... por eso me daba no sé qué darle al marido... ahora ya está, me está diciendo algo pero yo sigo medio colgada cuando me llegan las palabras equivocamos y decidimos y presto atención, cosa que me cuesta un montón pero cuando me dice que por el disgusto que me causaron al decirme que me iban a despedir y siendo que reconsideraron la decisión al definirse de forma positiva un negocio que parecía perdido pero logramos un acuerdo y firmamos un contrato por tres años con la compañía, por eso te vamos a seguir necesitando y el aumento que te vamos a dar va a ser de un cuarenta por ciento y vas a reportar directamente a mi marido, que va a ser el encargado de llevar adelante el equipo de trabajo para esto.
Y ahí caigo sobre mis pies y mi mente, consigue comprender en toda su magnitud las palabras que escuchó, y me da la satisfacción de hacerme actuar de la forma adecuada, dibujando una sonrisa profesional en mis labios y emitiendo una frase de agradecimiento por la confianza y por la nueva oportunidad, de lo mas adecuada para las circunstancias, y ayudando a mi cuerpo a levantarse y conducirse afuera de la oficina sin que deje ver ninguna actitud, ni siquiera un gesto, que desentone con los términos de la reunión.
Salgo de la oficina y necesito esconderme por un segundo porque voy a estallar.
Voy al baño, dónde por suerte no hay nadie y me encierro en uno de los privados... y no sé si reírme o llorar o qué hacer...
Y elijo matarme de la risa un buen rato, arreglarme, y una vez recompuesta de tanta emoción toda junta, salgo, vuelvo a mi escritorio donde está mi nuevo jefe que me recibe con una sonrisa mientras me alcanza una carpeta con los papeles que tengo que analizar para empezar con las nuevas tareas asignadas, y me roza con sus dedos, sin querer, pero a mi logra hacerme temblar el piso.