El calorcito de su
piel... y eso solamente con un roce de su dedo. Si me llega a tocar,
con intención... me derrito completamente.
Yo no sé por qué me
produce esta sensación... será lo que llaman química...
Ahora se me acerca, me
habla al oído... irradia... no sé qué pero me enloquece...
Tratá de concentrarte...
Lo veo alejarse, qué lindo que es... ese cuerpo...
Bueno, yo tenía que
completar esto para pasarlo... ahí viene de nuevo me hace un chiste
se ríe... me está contando algo... esa voz... logra desarmarme...
me encanta la voz que tiene... se ríe y me sigue contando...
Él no sabe, pero ésta
es mi última semana en la oficina, re estructuración o lo que sea
que pusieron de excusa para decirme que van a prescindir de mis
servicios... y no pienso irme sin darle su merecido.
Durante los últimos
meses me estuvo provocando, de forma muy sutil, pero me estuvo
provocando y yo me comporté como una dama, porque es el marido de la
jefa, y no me gustan los kilombos de oficina. Pero ahora...
Ya encontré la excusa
que necesitaba, hay que ir a buscar biblioratos al sótano, donde
está el archivo. De paso llevamos todas estas carpetas que son del
mes pasado ¿me ayudas?
Cargamos el carrito y
allá vamos.
Para entrar en el
ascensor, primero va el carrito y después él, yo quedo pegada a él,
y esta vez no bajo la vista.
Lo miro a los ojos, y sus
ojos juguetones me miran fijo, me miran los labios, y me miran los
ojos... me está provocando, y esta vez lo sigo, lo miro a los ojos
le miro los labios, levanto la mano y le retiro una pelusa
inexistente del labio inferior, ese labio inferior carnoso que me
vuelve loca...
Llegamos, la puerta del
ascensor se abre, justo cuando nos habíamos acercado hasta casi
rozar... pero el ascensor es llamado de otro piso, tenemos que
bajarnos, bajar el carrito, y llevarlo al archivo.
Vamos descargando las
carpetas. Hay que acomodarlas en el estante de arriba, me subo a la
escalera y me las va alcanzando, me da una primero después dos, el
peso se me hace difícil de sostener y casi me caigo, pero él me
ataja, caen las carpetas y yo quedo en sus brazos, no aguanto más y,
despacito, mirándolo fijamente a los ojos me le voy acercando
mientras le digo si te beso ahora nada volverá a ser lo mismo, pero
no puedo terminar la frase porque sus labios llegan primero a taparme
la boca, y me pone un beso que... esos labios, me apropio de su labio
inferior tan carnoso que hacía tiempo quería probar y lo saboreo,
lo tomo en mi boca y lo degusto... y es tan rico que ahora quiero
probar el otro que tiene un sabor igual de rico y mi lengua los
recorre y siento como mis labios se pierden en su boca por un momento
y todo el exterior va perdiendo forma y sentido y lo único que
siento son sus manos que me recorren aflojando mi ropa que cae al
lado de la suya.
A medida que la ropa cae
al piso nuestros cuerpos van perdiendo su forma humana y se van
adaptando uno al otro de formas imposibles para el mundo,
complementando espacios míos con piel de él sin dejar un solo
pliegue de cuerpo libre de la piel del otro, transformándonos en dos
masas informes que se acarician y se pegan.
Mi mente se pierde en la
necesidad de disfrutarlo a él, de disfrutar de esos besos y esa piel
que huele tan bien, y tocarla con mi piel. Se siente tan bien todo lo
que nos hacemos.
El tiempo y espacio
desaparecen, el gozo mutuo va creciendo hasta llegar a la cima del
mundo donde estallan las luces y las sombras, dejándonos tirados en
el piso encimados, transpirados y jadeantes...
La realidad empieza a
intentar acomodarse en los moldes establecidos, y nosotros volvemos
de a poco a tomar forma humana, sin ganas tratamos de levantarnos y
acomodarnos la ropa, que parece conspirar a favor de nuestro amor,
dificultándonos el vestirnos, pero estamos en el archivo y tenemos
que volver a la oficina.
Un beso más, no puedo
resistir la necesidad, y ese beso...
Todavía un poco
desarmados llegamos a la oficina, y cada uno a su escritorio hasta
que casi siento que volví a mi forma original, cuando suena mi
teléfono.
La jefa de nuevo, y ahora
que me va a decir... no sé... pero si sé qué le contaría yo a
ella...
Golpeo la puerta y paso.
Ella fue siempre macanuda, aunque me esté despidiendo... por eso me
daba no sé qué darle al marido... ahora ya está, me está diciendo
algo pero yo sigo medio colgada cuando me llegan las palabras
equivocamos y decidimos y presto atención, cosa que me cuesta un
montón pero cuando me dice que por el disgusto que me causaron al
decirme que me iban a despedir y siendo que reconsideraron la
decisión al definirse de forma positiva un negocio que parecía
perdido pero logramos un acuerdo y firmamos un contrato por tres años
con la compañía, por eso te vamos a seguir necesitando y el aumento
que te vamos a dar va a ser de un cuarenta por ciento y vas a
reportar directamente a mi marido, que va a ser el encargado de
llevar adelante el equipo de trabajo para esto.
Y ahí caigo sobre mis
pies y mi mente, consigue comprender en toda su magnitud las palabras
que escuchó, y me da la satisfacción de hacerme actuar de la forma
adecuada, dibujando una sonrisa profesional en mis labios y emitiendo
una frase de agradecimiento por la confianza y por la nueva
oportunidad, de lo mas adecuada para las circunstancias, y ayudando
a mi cuerpo a levantarse y conducirse afuera de la oficina sin que
deje ver ninguna actitud, ni siquiera un gesto, que desentone con los
términos de la reunión.
Salgo de la oficina y
necesito esconderme por un segundo porque voy a estallar.
Voy al baño, dónde por
suerte no hay nadie y me encierro en uno de los privados... y no sé
si reírme o llorar o qué hacer...
Y elijo matarme de la
risa un buen rato, arreglarme, y una vez recompuesta de tanta emoción
toda junta, salgo, vuelvo a mi escritorio donde está mi nuevo jefe
que me recibe con una sonrisa mientras me alcanza una carpeta con
los papeles que tengo que analizar para empezar con las nuevas tareas
asignadas, y me roza con sus dedos, sin querer, pero a mi logra
hacerme temblar el piso.