Definición:

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El cuento fantástico es aquel que,
por la suma de elementos reales y de elementos extraños e inexplicables,
hace vacilar entre una explicación natural o una sobrenatural

y deja al lector sumido en la incertidumbre.

25 de marzo de 2019

En la frontera se aprende a esperar. *



Si lograba cruzar ese hilo de agua, estaba salvado.

La luna llena brillaba como nunca, eso le parecía… podía distinguir cada piedra, cada arbusto. Hasta la tierra agrietada por la seca, se podía distinguir.

La luna en el desierto... tenía que admitir que era un hermoso paisaje, pero… no volvería a confiar en ese canal meteorológico que anunciaba lluvias y tormentas para esa noche.

Podía ver por dónde cruzar, pero él también sería visible.

Por quién sabe qué susurro divino, preparó un disfraz de arbusto… nada excepcional, simplemente una bolsa con mucha paja y pastos pegados que a lo lejos se veía como un arbusto.

Si se movía con la lentitud adecuada, podría pasar desapercibido y cruzar la frontera.

Se tomó el tiempo necesario para escuchar.
Concentró todos sus sentidos en los oídos.

Escuchar…

Distinguir cada mínimo sonido…

Relajar todos los músculos…

Percibir las vibraciones…

Respirar…

Todo su cuerpo percibiendo la más mínima perturbación de las moléculas de aire…

Nada…

Comenzó a deslizarse, muy despacio.

Eran casi trescientos, los metros que lo separaban de su destino.

Un declive suave, lleno de piedras, lecho de un río sin agua, el hilo que chorreaba, era la linea divisoria…

Serpenteó casi diez metros y volvió a buscar en el silencio algún indicio de vigilantes.

Respiró hasta normalizar el pulso. Cerró los ojos y se concentró.

Había algo distinto, que no terminaba de definir, apenas una vibración.

Se quedó inmóvil, esperando.

Pasados algunos minutos distinguió el ruido de los patos que volaban hacia el otro lado.

Volvió la calma.

Pocos minutos más, y volvió a deslizarse.

Hizo menos de diez metros.

Necesitaba respirar fuera del disfraz, tenía la cara embarrada de transpiración, se asomo,  respiró y usó los ojos para descubrir algo en derredor, pero la oscuridad iluminada por la luna era lo único.

Se acomodó el disfraz para seguir con la cara por fuera.

Pudo andar casi quince metros esta vez.

Se estaba impacientando… era difícil seguir el ritmo planeado, tenía ganas de levantarse y salir corriendo y cruzar esa maldita linea de una puta vez…

pero no podía…

tenía que ser inteligente…

más inteligente que ellos.

Más inteligente que ellos, no era ninguna hazaña dada la estupidez de ellos, pero tenían el poder, eran muchos, y su objetivo era cazar a personas como él, que no encajaban.

Respiró, buscó la forma de aquietar el cerebro, y pensó en…

Ruido de pasos.

¿Lo habían encontrado?

Eran muchos, sigilosos…

Un grupo de siete personas que también iban a cruzar.

Se tapó la cara y quedó inmóvil.

Casi estaban llegando a hilo de agua cuando unos faros iluminaron la escena, estallaron balas muy cerca, y los gritos de los que cruzaban se mezclaron con las órdenes
de los vigilantes.

Tiros, gritos, cuerpos que caían, los motores de las todo-terreno, la luz que invadía cada milímetro, y él se convirtió en arbusto.

Se concentró y enfocó como si...

su vida, dependía de ello.

Fueron casi dos horas entre que los vigilantes mataron a todos,
juntaron los cuerpos, es sacaron fotos, los subieron a las todo-terreno, y se los llevaron.

Todo a escasos cincuenta metros de dónde él, arbusto, estaba.

Dejó pasar más de veinte minutos, desde el último susurro de motores.

Empezó a respirar nuevamente, de a poco, casi ahogándose.

Sacó la cara fuera del disfraz e inhaló una bocanada de aire que le enfrió hasta los talones…

Volvió la calma.

Los mataron a todos, sin piedad… los remataron… él podía haber sido uno de los muertos… como sus hijos, como sus hermanos.

Como toda su familia.

Él era el último que quedaba…

Todos murieron en la frontera, tratando de cruzar.

Y si alguno lo logró, nunca volvió la vista atrás.

Los veía marcharse, pero no quería irse, esa era su tierra…

Y ahora estaba solo… no tenía otra cosa que hacer, porque o lo mataban los que tomaban las tierras o moría en la frontera.

Por lo menos así estaría cerca de su familia… y si cruzaba…

Nunca se plante
ó bien qué haría si cruzaba…

Y ahora estaba ahí, respirando la sangre de otros como él.

Lloró en silencio… lagrimas gruesas le mojaban la piel y se enjugó como pudo con parte de la tela, y moqueando un poco empezó a avanzar.

Calculó que después de la matanza, tardarían en volver los vigilantes.

Y no se equivocó.

Fue avanzando de a diez metros primero, después tomó confianza e hizo veinte metros de una, después treinta, y para cuando se dio cuenta estaba sobre el agua…

estaba cruzando…

estaba del otro lado…




¿Y ahora qué?

 * El título es una frase extraida de un tema de Acorazado Potemkin, Santo Tomé. https://www.youtube.com/watch?v=oQYhYsodzIs

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